Wayna viene del quechua “joven incansable y fuerte del campo chileno”. Se trata del primer vino de Eduardo, el hijo que continúa el legado de la bodega “Viña La Posada”.

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Lo que buscábamos era todo lo que el vino 
representa, la experiencia de una parra vieja, con la juventud de la cual sus frutos son muestra. 

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Una ilustración atrevida en proporciones que interviene además en el logotipo. Usamos la folía como acabado elegante, pero vibrante, de forma desbordada, como el musgo que crece en las parras, como la sabia que corre entre las vetas, manteniéndola viva y joven.

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